“El Día de la Marmota” Cambiar para que nada cambie.
Hay una escena en la película “El Día de la Marmota” en la que el protagonista, atrapado en un bucle temporal, despierta una y otra vez con la misma canción en la radio. Todo es idéntico. El clima, las personas, las frases. Al principio se desespera, luego se adapta, después se cansa. Finalmente, intenta transformarse a sí mismo para romper el ciclo. Argentina, si uno afina el oído, vive hace décadas su propio Día de la Marmota político.
Uno cambia de canal, y en lugar de encontrar una nueva realidad, sintoniza una versión reciclada de los años noventa, o de los dos mil, o de hace tres semanas. Legisladores que “repudian”, funcionarios que “rechazan enérgicamente”, sindicalistas que “no van a permitir” y periodistas que “advierten con preocupación”. Declaraciones idénticas. Intenciones repetidas. Clichés de época. Cae un ministro, sube otro. Cambia la escenografía, pero el guión es el mismo. ¿Será que no queremos cambiar, o que el bucle nos resulta funcional a muchos?
Hacemos zapping por los medios y todo es una coreografía ensayada hasta el hartazgo. Los oficialismos siempre “reciben una herencia desastrosa”, las oposiciones “descubren con asombro la pobreza estructural”, los sindicatos “están en alerta”, y los comunicadores “se indignan selectivamente”. El resultado: la marmota vuelve a salir, el despertador suena a la misma hora, y el país sigue atrapado en su propia repetición infinita.
Argentina parece un laboratorio de paradojas. Cambiamos gobiernos, nombres, ministerios, colores, pero mantenemos estructuras oxidadas, corporaciones inmutables y prácticas políticas ancladas en otro siglo. Es el eterno movimiento sin desplazamiento. Como aquel personaje de la película, hacemos de cuenta que todo avanza, pero siempre despertamos en el mismo lugar.
Proponemos “cambiar para que nada cambie”. Se renuevan caras pero no ideas. Se renuevan discursos pero no compromisos. Se renuevan eslóganes pero no la ética. Y la sociedad, entre resignada y anestesiada, se acomoda al loop como puede. O como la dejan.
Romper el ciclo no es mágico, ni inmediato, ni cómodo. Implica asumir que lo nuevo no es solamente lo que aún no gobierna, sino lo que se anima a hacer distinto. Que la innovación política no pasa por redes sociales y videítos editados, sino por voluntad transformadora, por ejemplo, por dejar de pactar con los mismos de siempre para conservar los beneficios de siempre.
El Día de la Marmota termina cuando el protagonista cambia su forma de ver la vida, cuando deja de hacer más de lo mismo esperando un resultado diferente. ¿Y si Argentina hiciera lo mismo?
Quizás la historia deje de repetirse cuando dejemos de repetirnos a nosotros mismos. Tal vez el cambio llegue no cuando cambie el poder de manos, sino cuando se alteren las lógicas de poder. Hasta entonces, seguiremos despertando con la misma canción, escuchando los mismos discursos, viendo pasar las mismas excusas… mientras la marmota, desde algún rincón de la historia, se ríe bajito.
Redacción: Fm 98.7 “Un nuevo concepto en radio”



