Medios, militancia selectiva y la hipocresía de los marginados…

Medios, militancia selectiva y la hipocresía de los marginados.
Hay una queja que se repite cada tanto como un mantra entre ciertos sectores políticos: “Los medios no nos dan espacio”. Lo dicen con tono de denuncia, como si fueran víctimas eternas de un sistema que los margina deliberadamente. Pero conviene hacer una pausa y mirar un poco más a fondo: ¿De verdad es culpa exclusiva de los medios? ¿O hay algo más que nadie quiere asumir?
Un medio de comunicación no está obligado a cubrir a todos los candidatos. Eso no es censura, ni persecución. Es, simplemente, una decisión editorial. Cada medio responde a su propia línea ideológica, a sus intereses periodísticos y, claro, a veces también a sus afinidades personales o políticas. Esa es la regla del juego en democracia. Pretender que todos los espacios políticos reciban la misma cobertura es no entender cómo funciona el ecosistema mediático. No todo es conspiración: muchas veces, simplemente, no hay interés.
Lo más curioso, y hasta cínico, es ver cómo esos mismos sectores que hoy critican a “Los medios hegemónicos” fueron durante años sus principales alimentadores. Les dieron primicias, pautas, entrevistas exclusivas, acceso. Les dieron de comer. Y ahora, cuando esos medios ya no les sirven o los ignoran, vienen con el lamento de siempre. Pero no se trata solo de eso.
Porque también están los medios “Del palo”, los que sí comparten ciertas causas o luchas, y que han sido históricamente ninguneados por los propios espacios que dicen defender al pueblo. Nunca los ayudaron a crecer, jamás les ofrecieron contenido exclusivo, ni siquiera un gesto de reconocimiento. ¿Cuántos de esos militantes llorones alguna vez se tomaron el trabajo de preguntar si ese medio necesitaba algo? ¿Les compartieron información clave? ¿Los consumen, los recomiendan, los financian, aunque sea con una suscripción mínima? No. Entonces, ¿De qué se quejan?
El problema no es la visibilidad mediática, es la inconsistencia política y la falta total de autocrítica. No alcanza con repetir “Los medios nos atacan” si no se construye una red alternativa sólida, si no se apoya a los que realmente están poniendo el cuerpo desde hace años sin pedir nada a cambio. Llorar por la espalda de los grandes medios mientras se ignora a los propios es una muestra más de esa cultura política cómoda y alcahueta del status quo. Quieren lugar, pero no construyen nada. Quieren poder, pero sin embarrarse.
Cansado de los llorones. Cansado de los que se quejan cuando no les dan cámara, pero jamás movieron un dedo por sostener a quienes sí están de su lado. A llorar a la iglesia, manga de cagones.

Redacción: Fm 98.7 “Un nuevo concepto en radio”