“Somos como somos, por eso estamos como estamos” Identidad, discurso vacío y la posibilidad de cambio…

“Somos como somos, por eso estamos como estamos” Identidad, discurso vacío y la posibilidad de cambio…
“Somos como somos”, escribió Eladia Blázquez, una de las voces más lúcidas de la canción ciudadana, con una claridad que apunta a la raíz misma de la identidad. Diego Maradona, figura icónica y contradictoria de nuestra cultura, completó esa frase con un realismo crudo: “Somos como somos, por eso estamos como estamos.” Esta sentencia, que mezcla resignación con crítica, nos enfrenta con la urgencia de mirarnos sin disfraces, de reconocernos sin filtros. Porque, como sugiere Chico Novarro en su tango, solo cuando logremos convencernos de que se puede, estaremos en condiciones de cambiar verdaderamente.
Sin embargo, en ese camino hacia el cambio auténtico, hay múltiples trampas. Una de ellas, tal vez la más peligrosa, es la que propone el discurso vacío de ciertas fuerzas políticas que se apropian de palabras sensibles, apelan a la pertenencia, al deseo de ser tenidos en cuenta, de ser “El orejón del tarro” aunque seamos los últimos.
Frases como “Cercanía”, “Hogar”, “Sueños”, “Corazón”, “Modernidad” y “Desarrollo” “Honestidad” “Transparencia” son lanzadas como caramelos al aire: dulces, vistosos, pero sin ningún valor nutricional. Palabras huecas que buscan emocionar, no convencer. Una estrategia que ya no apunta a la razón ni al debate serio de ideas, sino a una emocionalidad superficial, construida con lugares comunes y slogans que no resisten el menor contraste con la realidad.
Este tipo de discurso no propone, seduce. No explica, embriaga. Y en esa seducción afectiva es donde se vuelve más peligroso, porque reemplaza el pensamiento crítico por la sensación efímera de sentirse escuchado, cuando en realidad lo único que hace es perpetuar la desconexión entre lo que se dice y lo que se hace. Es más un golpe debajo del cinturón que una propuesta política real. Más una manipulación emocional que una invitación al diálogo honesto.
Frente a esto, la frase de Maradona cobra más peso. Si estamos como estamos es, también, porque aceptamos estos simulacros de discurso. Porque muchas veces preferimos una frase que nos acaricie el ego a una que nos sacuda la conciencia. Porque confundimos representación con empatía fingida, y pertenencia con marketing afectivo.
Pero hay otra salida. Un camino más difícil, pero más genuino: el de reconocer nuestras fallas, cuestionar nuestras decisiones y asumir que cambiar no es solo desearlo, sino trabajar por ello. Como decía Chico Novarro, convencernos de que se puede, pero sabiendo que ese convencimiento no nace de una promesa vacía, sino de una voluntad concreta de transformación.
Reconocernos no significa resignarnos. Significa mirarnos con honestidad para dejar de repetir los mismos errores con nuevas etiquetas. Solo así, dejando atrás las palabras sin contenido y recuperando el valor de la verdad, podremos empezar a estar mejor de lo que estamos.

Redacción: Fm 98.7 “Un nuevo concepto en radio”