Política sin memoria: el silencio de los partidos tradicionales en una fecha clave para la Argentina.
Este 23 de septiembre, en la Argentina se recuerda la promulgación del voto femenino en 1947, una conquista histórica impulsada por Eva Perón que transformó para siempre el mapa político y social del país. También se cumple un nuevo aniversario de la tercera presidencia de Juan Domingo Perón en 1973, el regreso del líder tras 18 años de proscripción, y del golpe militar de 1955, que derrocó al gobierno democrático, marcando el inicio de una larga etapa de persecución política y violencia institucional.
Sin embargo, en un año atravesado por el ajuste, el descrédito político y la pérdida de referencias ideológicas, ni los partidos tradicionales ni la dirigencia actual parecen haber tomado nota de estas fechas. No hubo actos, declaraciones públicas, comunicados ni homenajes significativos. A menos de un mes de una elección legislativa clave, el silencio es absoluto. Y también revelador.
En una Argentina marcada por una historia política rica y convulsionada, las fechas no son simples efemérides. Son hitos que construyen identidad, memoria y sentido de pertenencia. Ignorarlas no es solo un olvido: es una decisión política. Y en muchos casos, una estrategia.
Hablar del voto femenino, por ejemplo, no es solo recordar un decreto o una elección. Es reivindicar el protagonismo de las mujeres en la vida política, en momentos donde muchos sectores retroceden en materia de derechos y representación. Evita no solo entregó carnets partidarios: movilizó, formó, politizó. Y eso incomoda.
Conmemorar la tercera presidencia de Perón sería abrir el debate sobre un proyecto nacional basado en la soberanía política, la justicia social y la unidad nacional. Pero eso también resulta incómodo, en un presente donde la política parece atrapada en el cortoplacismo, sin horizonte ni conducción.
Y recordar el golpe de 1955, el “Bombardeo a Plaza de Mayo”, la proscripción del peronismo, los fusilamientos, la quema de banderas y retratos, sería, en última instancia, reconocer la violencia del anti peronismo como parte constitutiva del poder real argentino, una discusión que los partidos mayoritarios prefieren evitar.
El silencio de hoy confirma lo que muchos venimos advirtiendo: las estructuras partidarias tradicionales están vaciadas de contenido político real. Ya no existen calendarios institucionales, ni escuelas de formación, ni cuadros militantes capaces de articular historia, territorio y futuro. La política ha sido reducida a un espectáculo superficial, donde las redes sociales reemplazaron a la calle, y el marketing al pensamiento.
Se autodenominan “Dirigentes”, “Referentes” pero ¿Cómo se puede dirigir sin memoria, sin historia, sin formación? ¿Cómo se pretende gobernar si ni siquiera se es capaz de reconocer el camino recorrido por el propio movimiento?
En lugar de honrar la memoria, los partidos optan por el cálculo electoral. En lugar de formar cuadros, promueven influencers. En lugar de proyectos colectivos, imponen lógicas personalistas. La distancia entre la dirigencia y la realidad social se profundiza, y el peligro es claro: sin política, gana el cinismo. Sin memoria, gana el negacionismo. Sin formación, gana la improvisación.
Frente a ese panorama, el desafío es urgente. Repolitizar la memoria, reconstruir los espacios de formación, recuperar la mística y el contenido de la acción política. Porque como dice la pregunta que muchos militantes se hacen hoy: “Sin historia, sin memoria, sin formación, ¿cómo se puede dirigir? ¿Cómo se pretende gobernar?”
Redacción: Fm 98.7 “Un nuevo concepto en radio”