¿No te cansa la industria de la queja impoluta?

¿No te cansa la industria de la queja impoluta?
No estamos un poco cansados de las quejas permanentes, de las quejas cómodas, de las quejas lanzadas desde una vereda impoluta donde nadie se ensucia los zapatos. Siempre son quejas a los políticos, a la política, al sistema, pero nunca desde un lugar de compromiso real: solo desde el púlpito moral del que se cree mejor que el resto.
Lo más irritante es cómo nos dividen en bandos maniqueos: buenos o malos, correctos o corruptos, “Gente de bien” contra “Los otros”. Y claro, siempre los buenos son “Ellos”. Palabras huecas como “Gente honesta”, “Gente capaz”, “Gente sana” o “Gente normal” funcionan como sellos de pureza que, en realidad, esconden juicios de valor sobre cualquiera que piense distinto. Y lo reparten con total impunidad: cortan ancho sobre la espalda ajena, desacreditan, ensucian, sin el más mínimo cuidado, sin pruebas, sin argumentos. Solo con odio, resentimiento y frustración.
Pero lo más curioso de esta fauna opinadora es su total falta de espejo. Ninguno presenta su propio currículum antes de lanzar dardos. Nadie muestra qué hizo, qué construyó, qué aportó. Porque claro, si lo hicieran, más de uno quedaría en ridículo: hay cada opinólogo que maaamaderaaa… Y sin embargo ahí están, reclamando virtudes que jamás practicaron.
El problema no es solo el ruido que generan, sino el clima que producen: un aire irrespirable donde todo es sospecha, todo es basura, todo es fracaso ajeno. La queja como identidad política, la queja como excusa, la queja como placebo de la impotencia. Y en el medio, un país partido entre “los buenos” autoproclamados y “los malos” que nunca tuvieron voz para defenderse.
Yo no sé si hay salida fácil, pero sí sé algo: mientras sigamos adorando a los quejosos profesionales y les demos crédito sin pedirles siquiera un espejo, vamos a seguir hundidos en esta pantomima moralista. La queja no es un proyecto. La queja no es un plan. La queja, así vacía y soberbia, es apenas la coartada perfecta del fracaso.

Redacción: Fm 98.7  “Un nuevo concepto en radio”