Alivio climático… lluvias y sin olas de calor.
Otro alivio, además de las lluvias: no se prevén grandes olas de calor como las del año pasado.
Hace un año, había varias provincias con alerta roja por temperaturas extremas. La perspectiva agroclimática estacional de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires marca que este año se prevén temperaturas moderadas, con bajo riesgo de calores intensos.
Solo basta revisar el archivo de noticias de Infocampo para encontrar varias notas que, hace un año, reflejaban las primeras olas de calor que se intensificarían a lo largo de la campaña, y que serían un problema adicional al de la fuerte sequía.
Exactamente 365 días atrás, por ejemplo, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) había puesto en alerta roja a cinco provincias por temperaturas extremas, luego de que el pronóstico para los Reyes Magos marcara la continuidad de los calores intensos.
La realidad ahora es completamente diferente: si bien se han registrado altas temperaturas en algunas zonas, no hubo hasta ahora grandes alertas por este tema y, según la perspectiva agroclimática estacional de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, es probable que tampoco las haya en las próximas semanas.
Es un alivio más para la producción agropecuaria, que se suma al generado por los altos aportes pluviométricos sucedidos desde mediados de noviembre.
Sin olas de calor:
“En lo que hace a la perspectiva a corto y mediano plazo, es probable que los aportes de lluvias continúen reponiendo las reservas de humedad de los suelos, al mismo tiempo que las temperaturas se mantendrán moderadas con bajo riesgo de calores intensos, mejorando las proyecciones productivas”, señala el informe de la entidad porteña.
De acuerdo con el reporte elaborado por el climatólogo Eduardo Sierra, durante diciembre de 2023 la circulación tropical logró superponerse a los vientos polares y, aunque se produjeron algunos episodios de fríos tardíos, la atmósfera recibió un abundante aporte de humedad y calor.
Gracias a ello, El Niño alcanzó su plenitud, extendiendo el calentamiento a vastas extensiones de los mares, y superponiéndose al enfriamiento que había prevalecido hasta entonces.
“Este proceso rompió el bloqueo que afectaba a los mecanismos atmosféricos, liberando en forma abrupta la energía acumulada durante largo tiempo, y provocando una sucesión de fenómenos extremos, tanto en áreas rurales como urbanas”, continúa el documento.
Y agrega que las lluvias que acompañaron estos fenómenos llevaron abundante humedad a gran parte del área que venía sufriendo sequía, aunque los aportes fueron irregulares, dejando algunas zonas sin alivio, y anegando otras.
En este marco, los fenómenos de tormentas han continuado, “pero conservando una modalidad violenta y fragmentaria, sin llegar a mostrar un patrón regular”, completa.
Lo que viene en los próximos meses:
En lo que respecta a la mirada de largo plazo, la Bolsa porteña sostiene que “se presentará el riesgo que, una vez consumido el exceso de energía que estaba acumulado en la atmósfera, los mecanismos de precipitaciones vuelvan a deprimirse”.
En este caso, sí puede llegar a incrementarse el riesgo de fuertes calores, pero acotados a las zonas que reciban aportes pluviométricos insuficientes.
“Durante febrero y marzo de 2024, se incrementará paulatinamente el riesgo que se acentúe el carácter fragmentario de las precipitaciones con aportes excesivos sobre algunas áreas, como el centro del NOA, y faltantes sobre otras, afectando a partes del Paraguay, el este del NOA, gran parte de la Región del Chaco, el este de Cuyo y gran parte del Sudoeste de la Región Pampeana”, precisa el estudio.
En referencia a las temperaturas, afirma que “se mantendrán moderadas sobre las áreas donde los suelos se mantengan húmedos, pero se observarán fuertes calores donde las reservas disminuyan”.
A partir del otoño, la presencia todavía de El Niño provocará un incremento de las precipitaciones que aliviará, al menos parcialmente, el estado de las zonas que fueron afectadas durante el verano, “pero al mismo tiempo podría causar tormentas de gran intensidad sobre la Cuenca Alta y Media del Paraná y el Uruguay, causando una crecida de grandes proporciones, con inundaciones ribereñas y anegamiento de campos bajos”, añade el documento.
Por último, y también citando un aspecto que constituye un alivio en términos de temperaturas, subraya que “hacia el final de la estación, comenzará a notarse el aumento de la influencia de los vientos polares, teniendo lugar marcados descensos térmicos, aunque es probable que el riesgo de heladas tarde más en concretarse que en las temporadas anteriores”.