Después de 50 años, se realizó la primera cosecha experimental del cultivo que Manuel Belgrano llamó “la planta del futuro”
El potencial de la bioeconomía es grande y el cáñamo se posiciona como sinónimo de desarrollo y progreso.
La Secretaría de Agricultura, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y el Instituto Nacional de Semillas (INASE) participaron de las primeras cosechas experimentales de cáñamo industrial en suelo argentino después de 50 años, se informó oficialmente.
Las prácticas de cultivo son desarrolladas por la empresa nacional Industrial Hemp Solutions (IHS), dentro de las posibilidades que brinda el nuevo marco regulatorio en materia de cannabis medicinal y cáñamo industrial.
Con la autorización del SENASA y el INASE, dicha firma logró ingresar al país genéticas de cáñamo de vanguardia provenientes de diferentes regiones del mundo.
El secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, destacó: “Tenemos el objetivo de lograr el crecimiento de los cultivos de cáñamo para todos sus usos legales con el aporte y la innovación de nuestros organismos descentralizados y de las universidades argentinas”.
Por su parte, la presidenta del SENASA, Diana Guillén, explicó: “Estamos acompañando y viendo las experiencias de cosecha de cáñamo, proceso que nos acercó el equipo de la Universidad de Buenos Aires que viene estudiando el cultivo con el objetivo de ver las distintas variedades que están siendo probadas y cosechadas en distintas eco-regiones del país para poder determinar cuáles se adaptan mejor según el clima”.
“Estamos viendo los primeros ensayos, cómo responden cada una de las variedades, y trabajando en nuevas normativas que permitan acompañar el desarrollo del sector para sus distintos usos legales, y fortalecer toda la cadena que tiene un gran potencial para el país”, agregó Guillén.
El potencial de la bioeconomía argentina es enorme y, en este contexto, el cáñamo se posiciona como sinónimo de desarrollo y progreso, destacaron desde la secretaría de Agricultura y el SENASA en un comunicado conjunto.
“Contar con buenos materiales de propagación es fundamental para construir una industria robusta, que permita rentabilidad y desarrollo local”, sostuvieron.
A su turno, la presidenta del INASE, Silvana Babbitt, expresó: “El Estado Nacional identificó al cáñamo como un cultivo estratégico y desde Insase nos pusimos a trabajar en ese sentido, acompañando desde nuestro rol, aportando fiscalización y trazabilidad al sistema productivo, y rigurosidad y experiencia en el registro de variedades”.
Explicó también que “el cáñamo es un eficiente regenerador de suelos; sus usos van desde fibra para la industria textil pasando por materiales para la construcción, sustitución de polímeros plásticos por polímeros naturales y mucho más”.
Asimismo, Argentina no cuenta con un banco de germoplasma propio para el cultivo del cáñamo, es por esto que el INASE autorizó que IHS ingresara los materiales para realizar sus respectivas validaciones en diferentes latitudes del país.
En septiembre de 2022, IHS celebró un convenio específico con la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), bajo la coordinación del Ing. Agr. Daniel Sorlino del Grupo de Estudio y Trabajo en Cannabis (GET Cannabis) y titular de la Cátedra de Cultivos Industriales.
Este convenio apunta a la evaluación de diferentes variedades de cáñamo, no sólo concentrándose en sus rendimientos, sino también en las propiedades de sus derivados para entender el impacto real que puedan llegar a producir en aquellas industrias que elijan migrar hacia el uso de estos biomateriales.
“Mediante un convenio entre la UBA y la empresa que lleva a cabo estas experiencias, es que nos sumamos a la investigación. Brindamos todo el apoyo necesario para el desarrollo de todas las variedades que tenemos en el país y su relación con el clima, particularmente en la zona pampeana. Por eso estamos recorriendo las zonas para ver cuáles se van adaptando. En esta primera experiencia buscamos adaptar la maquinaria al proceso de cosecha, y así tener un paquete tecnológico adecuado”, afirmó Sorlino.
¿Qué es el cánamo?
El cáñamo (hemp, en inglés) es un cultivo anual que puede fijar altos valores de dióxido de carbono (el CO2 es en la actualidad el principal gas de efecto invernadero responsable del cambio climático) y captura hasta 4 veces más que un bosque forestal.
A su vez, es un gran remediador de suelos que ha demostrado la recuperación de ambientes marginales que han sido escenario de explotaciones mineras, petroleras y de otro tipo de actividades extractivas.
Las fibras que se encuentran en su tallo pueden emplearse en diversas industrias tales como construcción, celulosa, química, energía, automotriz y textil. Al reemplazar materiales no renovables de origen fósil reduce el impacto negativo de los mismos en la cadena de valor.
A su vez, los granos que provienen del cultivo del cáñamo son considerados a nivel mundial un súper alimento, por lo que existe una creciente demanda de sus aceites, harinas y proteínas en los países desarrollados.
Cuando se debatió la ley para darle un marco al desarrollo de la industria del cannabis medicinal y del cáñamo industrial, el entonces ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, dijo: “El cáñamo es una variedad del cannabis que tiene muchísimos usos, incluso se puede recorrer la literatura de Manuel Belgrano a fines del Siglo XVIII y encontrar que allí pronosticaba que era la planta del futuro, con muchísimos usos industriales”.
En ese contexto, la diputada Mara Brawer recordó que la algodonera de Villa Flandria, en el partido bonaerense de Luján, llegó a generar 3.000 puestos de trabajo, construyó escuelas y centros culturales a través del desarrollo textil del cáñamo.
Además, señaló que “la fibra que se genera del cáñamo es una fibra que genera bio-plástico. Puede reemplazar al plástico”. Como ejemplo, citó que empresas como BMW, Audi o Mercedes Benz “fabrican autopartes con el cáñamo”.
Por eso, se cree que el cáñamo puede ser un gran aliado para el medio ambiente.
“De su tallo, pueden desprenderse dos materiales. Uno es su centro leñoso conocido como cañamiza, del cual pueden producirse ladrillos, revoques y todo lo que es hormigón no estructural, lo cual meses atrás fue incorporado en el código de construcción de Estados Unidos y, por otro lado, se puede aplicar para cama animal por sus propiedades absorbentes y su impacto positivo en la salud animal”, explicó Maximiliano Baranoff, Director de Innovación y Nuevos Negocios de IHS.
“El otro material que puede extraerse son sus fibras, las cuales tienen mayor valor y pueden introducirse en las cadenas de suministro de la industria celulosa, para elaborar papeles y packaging más resistentes que aumentan su reciclabilidad; en la industria química para aumentar el biobasado de sus plásticos; en la automotriz para lograr grandes eficiencias; en la textil para reemplazar el uso de polímeros sintéticos y reducir la huella hídrica del algodón, entre otras tantas aplicaciones. De acuerdo con un informe de la ONU, el mercado global del cáñamo podría cuadruplicar su valor estimado de 2020, alcanzando los US$ 18.600 millones en 2027”, señaló Baranoff.
Desde la década del 40 hasta la última dictadura cívico militar, Argentina producía y procesaba el cáñamo industrial, pero con la llegada de los militares se la asoció con la marihuana y quedó prohibida en el país.